El sueño es la actividad mental que se produce en una persona cuando duerme. Se trata de una sucesión de pensamientos e imágenes que se suceden en la mente de la persona cuando está dormida que experimenta como si fueran reales. Según grandes estudiosos del sueño como Sigmund Freud, soñar es la consecuencia de los sentimientos y emociones que la persona tiene reprimidas. Soñar provoca que el estado emocional se represente por imágenes visuales y auditivas que se producen mientras duerme. Freud entendía que a partir de la interpretación de los sueños, se podían conocer los verdaderos problemas de la persona (sus fobias, angustias, tensiones, complejos y problemas sexuales o afectivos). Cuando un analista desea analizar los sueños, analiza aquello que la persona objeto del análisis recuerda. Muchos investigadores sostienen que solo podemos recordar una parte de nuestros sueños.
En un período de descanso normal, pueden describirse ciertos momentos o fases que se relacionan directamente con el descanso y la actividad onírica. La primera fase es la que se llama sueño NREM (sin movimiento rápido de ojos), a la que sigue el sueño REM (sigla en inglés Rapid Eye Movement, o Movimiento rápido de ojos).
La fase NREM se caracteriza por la transición de la vigilia al sueño. En esa fase, la persona empieza a relajarse, empieza a perder noción de la realidad, tiempo y espacio. A su vez, experimenta cambios físicos como una reducción en la presión arterial y la frecuencia cardiaca. En esta etapa, no se evidencian movimientos rápidos de ojos.
La fase REM es la etapa en la que la persona que sueña puede recordar su sueño. El movimiento de los ojos sólo se produce cuando está soñando.
El acto de soñar es un proceso involuntario en el que se manifiesta toda la información que está en el inconsciente. Lo más habitual es que se sueñe a partir de situaciones que se han vivido recientemente, como el mismo día.
Cuando una persona sueña con algo placentero, se producen ciertas reacciones fisiológicas: se eliminan sustancias y toxinas generadas por la fatiga y el cansancio mental; los músculos se relajan, y la circulación sanguínea y la respiración se vuelven más lentas. Sin embargo, cuando una persona tiene pesadillas, pueden generarse el efecto contrario, es decir: aceleración del ritmo cardíaco, aumento de la presión arterial, acumulación de tensión muscular. La persona puede llegar a despertarse de manera brusca, llorando o sudando.
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