El mundo se enfrenta a retos sin precedentes impulsados por la aceleración de la globalización y los avances tecnológicos. Estas fuerzas también nos están proporcionando innumerables oportunidades para el progreso humano. El futuro es incierto y no se puede predecir, y tenemos que estar preparados para afrontarlo. Qué mejor que las escuelas para enseñar a los alumnos a estar preparados para ese escenario. Será una responsabilidad compartida aprovechar las oportunidades y encontrar soluciones. Para manejar esa incertidumbre, los alumnos tendrán que desarrollar la imaginación, la resiliencia, la curiosidad y la autorregulación; tienen que apreciar y respetar las ideas, las perspectivas y los valores de los demás; también tendrán que hacer frente a la adversidad para seguir adelante.
La pandemia ha perturbado el sistema educativo mundial y es necesario transformarlo y reforzarlo mediante las tecnologías y el perfeccionamiento de los profesores para que todos los niños tengan acceso a una educación inclusiva y equitativa de calidad. Un enfoque de aprendizaje mixto puede ofrecer las oportunidades y la flexibilidad necesarias para el futuro de la educación.
El objetivo general de la educación: el bienestar individual y colectivo
En el siglo actual, el bienestar de los individuos y de la sociedad en general es crucial. Este bienestar está profundamente relacionado con la educación, la calidad de vida, la buena salud y el compromiso cívico, las conexiones sociales sólidas y la seguridad. En todo esto, una buena educación tiene que asegurar el desarrollo de conocimientos, habilidades, actitudes y valores que permitan a los estudiantes contribuir y beneficiarse de un futuro inclusivo y sostenible. La educación debe ayudar a formular objetivos claros y decididos y a forjar la colaboración para alcanzarlos, así como a explorar las oportunidades no aprovechadas y a identificar múltiples soluciones a los grandes problemas. También debe dotar a los estudiantes de las habilidades necesarias para convertirse en ciudadanos activos, responsables y comprometidos.
La educación debe ayudar a asumir el liderazgo y la responsabilidad
Los estudiantes preparados para el futuro tienen que ejercer el liderazgo y la libertad en su propia educación y también a lo largo de la vida. Para criar eficazmente a niños que sean líderes y prosperen en el mundo que van a heredar, debemos revolucionar la educación y replantear el funcionamiento de las escuelas. Para ello, los educadores no sólo deben reconocer la individualidad de los alumnos, sino también el conjunto más amplio de personas y relaciones que los rodean -con sus profesores, compañeros, familias y comunidades- y que influyen en su aprendizaje.
La importancia de la tecnología
En la era de la transformación digital y con la llegada de los grandes datos, la alfabetización digital y la alfabetización en datos son cada vez más esenciales. La educación del futuro tendrá que demostrar cómo se puede utilizar la tecnología en beneficio de los estudiantes, así como enseñar a las futuras generaciones a manejar los problemas que surjan de ella. La tecnología ya no es un factor de motivación a la hora de aprender: es una necesidad. El sector educativo debe adaptarse a este cambio y reflejar el hecho de que las habilidades esenciales y demandadas del futuro serán muy diferentes de lo que se ha enseñado en el pasado. En otras palabras, lo que enseñamos tiene que cambiar.
Lo que deben hacer los educadores
Dado que las alteraciones se han convertido en la norma, la responsabilidad hacia los alumnos ha aumentado para los pedagogos. Un plan de estudios prescrito no es suficiente en sí mismo y es necesario garantizar el desarrollo holístico de los niños, ya que la experiencia de ir a la escuela es insustituible. El pensamiento lógico y las habilidades analíticas desarrolladas a través de diversas actividades realizadas dentro y fuera del aula son vitales. Un plan de estudios sólo está completo cuando va más allá de lo académico.
Es necesario considerar la persona académica, creativa, física y emocional de cada estudiante y un enfoque de enseñanza innovador y compasivo en el centro del desarrollo del aprendizaje. Las experiencias que permiten la colaboración de todos los estudiantes suelen ocurrir más allá de las aulas y, por tanto, nuestras aulas deben ser un reflejo de ello. La educación -en todos los niveles- debe evolucionar para enseñar a los niños las habilidades que necesitan para prosperar en nuestro mundo cambiante. Además, el papel de los profesores es vital en este camino. Por ello, su salud mental y su bienestar son de suma importancia para que podamos impartir una educación de calidad y crear un entorno feliz y alegre en la escuela.
Ahora que los alumnos han vuelto a las aulas este año, es importante reavivar el poder del aprendizaje cooperativo. Los valientes profesores han trabajado para incorporar esta valiosa herramienta en el aprendizaje a distancia, pero recordemos su importancia a medida que avanza el curso escolar. Las habilidades de aprendizaje cooperativo son cruciales para los estudiantes, especialmente a medida que la globalización y los avances tecnológicos y de comunicación siguen aumentando la cantidad de información accesible y la necesidad de colaboración.
Las oportunidades de aprendizaje cooperativo no son nuevas herramientas de aprendizaje, pero nunca han sido más valiosas que ahora. Con menos contacto interpersonal y colaboración durante el aprendizaje a distancia, los estudiantes pasan más tiempo en el mundo digital. La vuelta a las clases presenciales nos da la oportunidad de que el aprendizaje cooperativo guíe la reconstrucción de sus cerebros e impulse la conciencia de las claves sociales y emocionales.